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Angélica
Henríquez Cerna
Nutricionista
Departamento de Salud
Estudiantil, ULS
Día a día, y sobre todo durante este período de cuarentena, hemos visto y leído muchas indicaciones de alimentación y estilo de vida que apuntan a “bajar de peso”, a “no engordar” o a “fortalecer nuestro sistema inmune”. Pero esto solo contribuye a sobrecargarnos de información, que muchas veces no proviene de fuentes confiables o basadas en evidencia.
Es importante recordar que este
contexto de cuarentena tiene por objetivo principal mantenernos protegidos de
focos de contagio, específicamente para el COVID-19 y, en ningún caso, el bajar
de peso.
Lo cierto es que nuestro
organismo requiere de nutrientes para regular y favorecer sus funciones y para
que esto pueda suceder de la mejor manera posible, es fundamental incorporar en
nuestra alimentación la mayor variedad de alimentos, aportando proteínas,
lípidos, vitaminas, minerales, fibras y otros compuestos activos.
Las proteínas, ya sean de origen
animal o vegetal, nos ayudan a la formación y recuperación de nuestra masa muscular.
Los lípidos o grasas tienen función energética. Los “temidos” carbohidratos son
imprescindibles para mantenernos activos o con la energía necesaria para
realizar nuestras actividades diarias, mientras que las vitaminas y minerales son cruciales para
regular y/o favorecer las funciones de nuestro sistema inmune (entre otras).
No por nada campañas a nivel
mundial, recomiendan una ingesta mínima de 400 gramos de frutas y verduras
durante el día, lo que en Chile conocemos como “5 al día”, que promueve el
consumo de 3 porciones de frutas y 2 porciones de verduras diariamente.
¿Somos realmente conscientes y
responsables a la hora de seguir estas recomendaciones?
Con esto del COVID-19se han
disparado las ventas de vitaminas y minerales, claro, en cápsulas. Este consumo
sería completamente innecesario si tuviésemos como hábito diario el consumo de
frutas y verduras. Y se trata de una práctica de fácil incorporación a la vida
diaria. Por ejemplo, bastaría con agregar una fruta en mi desayuno, otra en
alguna colación y otra como postre, después del almuerzo, ¡SORPRESA! ya tengo
las 3 frutas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda.
¿Sigamos? Si cada vez que
almuerzo, además de mi plato de comida, aseguro un plato de ensalada con
verduras frescas y surtidas, ya tengo una porción de verduras… Y la otra
porción, ¿dónde la añado? Si acostumbramos a tomar once o a cenar, es durante
ese tiempo de comida la ocasión perfecta para agregar la segunda porción de
verduras.
Estas recomendaciones son para la
población en general, por lo que algunas personas pueden aumentar o incluso
disminuir la cantidad, dependiendo de alguna condición o patología en
particular.
También existen microorganismos
vivos/no patógenos, presentes en ciertos alimentos, que poseen propiedades
beneficiosas para nuestro organismo, los
probióticos.
Los puedes adquirir de fuentes
alimentarias como lácteos fermentados (yogur, leche cultivada, quesos, bebidas
de probióticos), legumbres, verduras encurtidas naturalmente (como el chucrut
casero, no el procesado industrialmente).
Su consumo frecuente tiene
efectos favorables en nuestra salud digestiva, mejora la respuesta de nuestro
sistema inmune e incluso se han comprobado efectos positivos en el estado de ánimo.
Es importante entender que cada
nuevo hábito o cambio, es un proceso que ocurre de manera progresiva y a un
ritmo que es distinto en cada persona. Por lo tanto, si te parece difícil
adoptar estas recomendaciones, mi consejo es tomarlo con calma e ir de a poco;
Por ejemplo, si soy una persona que no consume frutas, comenzaré por agregar
una que sea de mi gusto en algún horario que me acomode y ese cambio ya es un
avance positivo.
No te olvides que buscar ayuda
profesional es una manera responsable de ocuparnos de nuestra salud y de
iniciar la adopción de hábitos saludables.