Una reciente información pública referida a la presencia del virus SARS-COVID2 en el aire ha causado preocupación y confusión; sin embargo, la OMS ha llamado a interpretar con precaución los datos iniciales de la investigación que origina esta información.
Se trata del
artículo recientemente publicado por New England Journal of Medicine y recogido
en algunos medios de prensa, en el que se consigna que “[…] Por un lado,
posiblemente se requieran mascarillas faciales para usar en interiores en todo
momento en entornos como escuelas o restaurantes, incluso si existe distancia
social. La razón tiene que ver con que los aerosoles pueden flotar “en grupos”,
en los que una persona puede caminar sin saberlo y en teoría, contagiarse.
Estos grupos invisibles también podrían propagarse en la dirección de alguien
mediante sistemas de aire acondicionado, tal como muestran estudios en
laboratorio, que señala que la vida media de SARS-CoV-2 en aerosoles, con
estimaciones medias de aproximadamente 1.1 cuyo IC al 95% de 0.64 a 2.64, no
significativo”. (1)
La OMS ha indicado prudencia en esta
interpretación, comentando que las “repercusiones de
los hallazgos recientes relativos a la detección de virus SARS COV‑2 en muestras de aire, y a raíz de algunas publicaciones científicas
que han proporcionado pruebas iniciales de que el virus SARS COV‑2 se puede detectar en el aire, algunos canales de noticias han
indicado que se ha producido transmisión aérea de este virus. No obstante, estos datos iniciales deben
interpretarse con precaución.
Para comprender
mejor este hallazgo es importante entender que un procedimiento generador de
aerosoles se define como cualquier procedimiento médico que puede provocar la
generación de aerosoles de varios tamaños, incluidas partículas pequeñas (<
5 µm).
El artículo en cuestión ha publicado datos sobre un estudio en el que
se evaluó la persistencia del virus SARS COV‑2. En este estudio experimental se generaron aerosoles mediante un
nebulizador Collison de tres chorros, que se introdujeron en un tambor Goldberg
en condiciones controladas de laboratorio. Este aparato tiene una gran potencia
y no reproduce la tos humana normal. Además, la detección del virus SARS COV‑2 en partículas de aerosol hasta tres horas después de la nebulización no refleja los entornos clínicos en los que
se practican procedimientos que generan aerosoles, puesto que el aerosol
utilizado en el estudio se generó experimentalmente.
Por otro lado,
se ha informado de la ausencia de ARN del virus SARS COV‑2 en zonas donde estaban hospitalizados pacientes con esta
enfermedad.
La OMS tiene
conocimiento de otros estudios que han evaluado la presencia de ARN de este
virus en muestras tomadas del aire, pero cuyos resultados todavía no han sido
publicados en revistas que realizan evaluaciones externas.
En cualquier
caso, es importante tener en cuenta que la detección de ARN mediante reacción
en cadena de la polimerasa en muestras ambientales no significa que estas
contengan virus vivos que se puedan contagiar.
Es necesario
realizar más estudios para determinar si es posible detectar virus SARS COV‑2 en muestras de aire tomadas en habitaciones que albergan a
pacientes donde no se practican procedimientos ni se administran tratamientos
que generan aerosoles. Cuando se disponga de más datos a este respecto, será
importante determinar si se encuentran virus vivos y cuál puede ser su función
en la transmisión.
En
definitiva, no existe evidencia suficiente que apoye
la teoría de la transmisión del virus por aire, pero tampoco existen pruebas
que comprueben lo contrario, por lo tanto, se recomendaría:
1.
Intentar ventilar de manera
natural en los espacios que sea factible entre jornadas de trabajo.
2.
Propiciar mantener equipos de
aires acondicionados y ventilaciones con certificación de mantenimiento al día.
3.
Intentar evaluar la dirección
de flujo de aire, y su recambio con empresa a cargo.
4.
Donde no se pueda ventilar
naturalmente, intentar hacer muestreos de aire que detecte material biológico
de manera aleatoria y con cierta frecuencia en el caso de haber filtración del
aire, y compararlo con muestreos externos (se supone aire sucio).
5.
Verificar el rendimiento del
filtro (de existir) y su vigencia y durabilidad.
6.
De existir medición de tiempo,
verificar que se cumpla con un valor límite umbral de tiempo promedio ponderado
estableciendo límites de exposición permisibles.
7.
El muestreo microbiológico del
aire en las instalaciones sigue siendo controvertido debido a las limitaciones
técnicas para sus mediciones.
8.
Intentar que el uso de
mascarillas se cumpla en todo momento.
9.
Establecer una distancia mínima
de separación de 10 m entre las salidas de escape y las entradas de aire
exterior.
10.
Mantener la humedad relativa entre 40-60%.
11.
Mantener la temperatura entre
21 °C-24 °C (70°F-75°F).
Referencia:
1.
To
the Editor. Aerosol and Surface Stability of SARS-CoV-2 as Compared with
SARS-CoV-1, Correspondence. Th e New England Journal o f Medicine. March
27, 2020. https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/nejmc2004973