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Dra. Paola Salas Rivas
Epidemióloga
Departamento de Enfermería,
Facultad de Ciencias, ULS
Hasta
el momento, la evidencia científica es insuficiente en demostrar la relación
entre el hábito de fumar y la mayor incidencia de infección por el virus
SARS-COV-2, causante de la enfermedad por coronavirus.
Lo que
está claramente descrito es que es probable que los fumadores de tabaco
(cigarrillos, pipas de agua, bidis, cigarros y productos de tabaco calentado)
sean más vulnerables a la COVID-19 y a su contagio, ya que el acto de fumar
supone arrimar los dedos (y los cigarrillos, que pueden estar contaminados) a
los labios, lo que aumenta la posibilidad de transmisión del virus de la mano a
la boca.
También
se describe ampliamente en la literatura que existiría una mayor probabilidad
de desarrollar síntomas más graves si se contagia una persona que consume
tabaco. Lo anterior se basa en que el
fumar cualquier tipo de tabaco reduce la capacidad pulmonar, conlleva un mayor
riesgo de sufrir afecciones pulmonares graves y puede aumentar la gravedad de
las enfermedades respiratorias.
La
COVID-19 es una enfermedad infecciosa que ataca principalmente a los pulmones.
El tabaquismo deteriora la función pulmonar, lo que dificulta que el cuerpo
luche contra los coronavirus y otras afecciones respiratorias. Por lo tanto, la evidencia científica
disponible hasta la fecha parece indicar que los fumadores tienen un mayor
riesgo de desarrollar síntomas graves y de fallecer a causa de la
COVID-19.
Lo que
se sabe es que se producen más muertes por COVID-19 entre las personas con
enfermedades preexistentes, incluyendo enfermedades no transmisibles (ENT) como
las cardiovasculares y las respiratorias crónicas, el cáncer y la diabetes. El
consumo de tabaco es el principal factor de riesgo común vinculado a todas
estas enfermedades.
A
medida que va avanzando el conocimiento sobre la COVID-19, las escasas pruebas
de que disponemos muestran que fumar empeora las consecuencias para los
pacientes con COVID-19.
En
estudios llevados a cabo al inicio de la pandemia se identificó al consumo de
tabaco como el factor de riesgo de mayor peso (27.3% vs 3.0%; OR 14,2 IC
1,57-24 p=0,018) además de la edad, insuficiencia respiratoria, hipertermia
severa y elevación de la proteína C reactiva y niveles de bajo nivel de
albúmina. También se ha descrito que el ingreso a Unidad de Cuidados Intensivos
(UCI), necesidad de ventilación mecánica o muerte) la condición de ser un
fumador actual se asoció con síntomas severos y mostró resultados
estadísticamente significativos (16.9% vs 11,8%) y con peor desenlace (25,8% vs
11,8%). La condición de exfumador evidenció también diferencias, pero de menor
magnitud (5.2% vs 1,3% y 7,6% vs 1,6%, respectivamente).
¿Afecta
el humo de tabaco a los no fumadores? En el humo de tabaco hay unos 4000
productos químicos conocidos de los cuales se sabe que, como mínimo, 250 son
nocivos, y más de 50 cancerígenos para el ser humano.
El
humo de tabaco en espacios cerrados es inhalado por todos; por lo tanto, tanto
fumadores como no fumadores quedan expuestos a sus efectos nocivos. Ni la
ventilación ni la filtración, ni siquiera ambas combinadas, pueden reducir la
exposición al humo de tabaco en espacios interiores a niveles que se consideren
aceptables. Los entornos totalmente exentos de humo de tabaco ofrecen la única
protección eficaz. Contrariamente a la creencia común, tanto fumadores como no
fumadores están de acuerdo en que haya entornos sin humo de tabaco.
La OMS
en estos momentos recomienda dejar de fumarya que existe evidencia que a los 20
minutos de dejar de fumar se reducen la tensión arterial y la frecuencia
cardíaca elevadas. A las 12 horas, el nivel de monóxido de carbono en el
torrente sanguíneo vuelve a la normalidad. A las 2-12 semanas, mejoran la
circulación y la función pulmonar. A los 1-9 meses se reducen la tos y la
disnea.
Además,
abandonar el hábito le ayudará a proteger a sus seres queridos, en particular a
los niños, de la exposición al humo ambiental.
Recomendaciones:
1. Se
debería advertir a los trabajadores en general sobre el mayor riesgo de infectarse
con SARS-Cov-2 que conlleva fumar en tiempos de la pandemia COVID-19 (por las
manos cerca de la boca y la cara).
2.
Advertir a las personas fumadoras que tienen un mayor riesgo, no sólo de
contraer COVID-19 sino de tener un mal pronóstico en caso de contraer la
enfermedad, y mayor riesgo de ingreso a UCI.
3.
Enfatizar la importancia de dejar de fumar y promover acompañar a los fumadores
en ese objetivo.
4.
Enfatizar, en tiempos de cuarentenas y aislamientos, la importancia de mantener
todos los ambientes, públicos y privados, 100% libres de humo de tabaco.
6. De
continuar con el hábito de fumar, se debe prohibir el intercambio de
cigarrillos entre compañeros.
7.
Mantener la distancia física de más de 2 metros o propiciar fumar de manera
individual en espacios abiertos.
REFERENCIAS:
1. Guan
W, Ni Z, Hu Y, et al. Clinical
characteristics of coronavirus disease 2019 in China. N Engl
J Med 2020.
2. Liu W, Tao Z-W, Lei W, et al. Analysis of factors
associated with disease outcomes in hospitalized patients with 2019 novel
3. coronavirus disease. Chin Med J (Engl) 2020.
4. Vardavas CI, Nikitara K. COVID-19 and smoking: A
systematic review of the evidence. Tob Induc Dis 2020; 18.
5. World Health Organization. Q&A on smoking and
COVID-19. 2020. https://www.who.int/es/news-room/detail/11-05-2020-who-statement-tobacco-use-and-covid-19
6. André
Salem Szklo. Asociación entre tabaquismo y progresión a complicaciones respiratorias
graves en pacientes con Covid-19, Revista Brasileira de Cancerología. V. 66 n.
2 (2020): abril / mayo / junio. DOI: https://doi.org/10.32635/2176-9745.RBC.2020v66n2.974